jueves, 17 de marzo de 2011

El Aborto...! ¿Un crimen, un pecado y una falsa solución?


El debate sobre el aborto es notoriamente complejo. Comprende aspectos legales, teológicos, éticos, sociales y personales. Además, es un tema con un fuerte elemento emocional, pues se vincula con la vida sexual y la reproducción, y con dilemas sumamente dolorosos.
Como ministro de Dios destaco dos factores importantes:
1° El aborto está relacionado con las doctrinas cristianas de Dios y del hombre, o más precisamente, con la soberanía de Dios y el carácter sagrado de la vida humana. Todos los cristianos creemos que Dios Todopoderoso es el único dador y sustentador de la vida y quien puede quitarla.
“...pues el Señor es aquel que da a todos vida, aliento y todas las cosas... porque en El vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: “Porque linaje suyo somos” (Hechos 17:25b y 28).
2° El aborto concierne a la doctrina del hombre
La Biblia otorga un carácter sagrado a la vida humana y destaca el valor inestimable que tiene para Dios. El Señor creó al ser humano. (Génesis 1:26-27).
Dos Cosmovisiones Divergentes
1° El Humanismo. El hombre es la norma más alta existente. No debemos responder ante nadie, así que hagamos lo que nos parezca bien. Todo se focaliza en el hombre, en su bienestar y satisfacción.
2° El Cristianismo. Respondemos ante Dios, y El nos ha ordenado no matar. Siempre debemos someter nuestros deseos y nuestras preferencias a la autoridad de la Palabra de Dios. Todo lo que hablamos, hacemos y creemos debe estar en concordancia a las sagradas escrituras.
Una de las razones de este compromiso emocional a favor del aborto es aún más profunda que el tema del aborto : La gente quiere libertad sexual sin consecuencias.
Nuestra cultura tiene un programa definido que apoya todas las expresiones sexuales posibles. Las películas, los programas de televisión exitosos o canciones populares respaldan esta visión del sexo. En diversos medios de comunicación hoy en día destacan su programación con fotografías de erotismo que reflejan los deseos desordenados y lujuriosos de muchas personas.
Los jóvenes que han decidido permanecer castos son ridiculizados. La pérdida de la virginidad es aplaudida como “sexo responsable” .
Nuestra sociedad ha ido en un descenso moral sistemático. Con la aparición del humanismo durante el Renacimiento, las personas comenzaron a alejarse de las leyes y de los caminos de Dios. Posteriormente, vino la adoración de la naturaleza y ya Dios no pasa a ser la norma para la moralidad.
No es coincidencia que los dos temas candentes de nuestros días sean el aborto y el homosexualismo, ya que ambos subyace la insistencia en el libertinaje sexual mientras se le da las espaldas a Dios y a sus leyes.
El ambiente en el cual vivimos es erotizado. Una sociedad hedonista que busca diversas sensaciones de placer y que las relaciones sexuales fuera del matrimonio y los embarazos no deseados son muy frecuentes.
El Aborto es la eliminación de una vida
La vida humana se inicia en el momento mismo de la concepción, exactamente cuando el esperma fertiliza al óvulo. El óvulo fertilizado tiene toda la información en los genes que hacen a un ser humano.
El Aborto es Malo y contrario a la voluntad de Dios
Siendo que el feto no es meramente un tejido fetal o un anticonceptivo retroactivo, sino que es una vida humana con toda la potencialidad de crecer y madurar hasta llegar a ser una persona responsable ante Dios.
El embrión que se desarrolla en el cuerpo de la mujer tiene una existencia separada, es otro ser y así es como Dios lo conceptúa.
Cuando María saluda a Elisabet la Biblia dice: “Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó a gran voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?, porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lucas 1:41-44).”
Juan reconoció la presencia de Jesús en el vientre de María. Unos dirán Juan tenía seis meses. Sí, ¿y Jesús? Días a lo más. Dos seres nonatos se reconocen y responden uno al otro. La Escritura asigna a los bebés no nacidos aún acciones que corresponden a personas con vida.
El salmista inspirado por el Espíritu Santo dice : “Tú formaste mis entrañas; me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, aunque en oculto fui formado y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas” (Salmo 139:13-16).
La Biblia habla del embrión como una persona viva. Dios habla de Jeremías: “Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5).
Dios se preocupa de los indefensos
El aborto es un pecado muy grave porque entre todas las personas indefensas que pudieran ser atacadas, con el aborto se ataca a los niños que aún no han nacido.
La Monja, Teresa de Calcuta dijo: “Sólo Dios puede decidir la vida y la muerte. El aborto es un pecado terrible. No sólo se está matando la vida, sino que también se está poniendo el yo antes que a Dios”.
El Juramento Hipocrático
Era un juramento de conducta para los médicos en la antigua Grecia. “No daré medicina letal a ninguna persona, aún si dicha persona me lo solicitara, ni aconsejaré a nadie la muerte; y de la misma forma, no daré a una mujer embarazada una pócima para inducir un aborto”.
Si Hipócrates, un médico pagano, quien creía en todo tipo de dioses mitológicos, sabía que había algo moral y éticamente erróneo con terminar la vida de un bebé indefenso. Especialmente ahora, cuando la ciencia ha avanzado tanto que los exámenes permiten ver el corazón, las manos, los pies, etc..
Dios nos da la opción
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues la vida, para que vivas tu y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).
Dios nos ha creado como personas moralmente libres, con la capacidad de escoger nuestro futuro. El nos dio instrucciones explícitas acerca de la dirección más sabia que debemos escoger. Al escoger la vida es señal de sabiduría.
“Herencia de Jehová son los hijos; cosas de estima el fruto del vientre” (Salmo 127:3).
El fruto del vientre. Es un bebé no nacido es “herencia de Jehová” para nosotros.
¿Qué hacer cuando hay una violación o incesto?
En un intento por racionalizar el aborto en circunstancias funestas, como el caso de violación o incesto.
Si un embarazo ocurre en estas circunstancias, los traumas producido por un acto bestial de esta naturaleza afectan notoriamente a su víctimas, pero la solución no está matando al bebé inocente, pues eso generará un sentimiento de culpabilidad que en algunos casos es terrible. El aborto no resuelve el problema de la violencia o el abuso. El aborto lo que hace es aumentar la violencia. Violencia contra el único ser inocente, el bebé.
Debemos castigar al culpable, pero no castiguemos a la víctima.
Para Dios no existen hijos ilegítimos, solamente padres ilegítimos.
La violación de la madre no justifica moralmente el aborto. Es un principio ético elemental de que un mal no se corrige ni compensa con otro que lo supere. DESPENALIZAR el aborto en casos de violación no sería, de modo alguno, optar por el mal menor sino permitir el mal mayor.
En los casos de violación, los sistemas de adopción y atención social pueden ser una ayuda en esta situación. Debe haber una mayor PENALIZACION del violador.
El aborto tampoco es un tratamiento para el incesto. Además los embarazos a causa de incesto nunca son reportados hasta el segundo trimestre del embarazo, durante el cual el aborto es mucho más peligroso. Por lo tanto, hacer una excepción y permitir el aborto en casos de incesto aumentaría el daño a la víctima traumatizada.
Como hombre de Dios, he conocido el drama de personas con un pasado de dolor, violentadas y con lo trágico de un embarazo en estas anómalas circunstancias, pero que la gracia de Dios ayudó para culminar el proceso de gestación, llegando con el tiempo a que el inocente nazca y sea una persona de bien.
Sugerencias finales:
Proteger al niño desde su concepción.